(o lo que me guió durante el trabajo, y generó el retrato):
Podría decirse que Tamara es una persona muy reservada. No se siente cómoda viéndose expuesta; deja ver una superficie particular, reservando para sí (¿y para otros?) lo importante: la esencia, el núcleo.
La mañana es el punto de partida, donde el día debe ser creado con sus actos, y no puede esperar. Ansiedad.
Las noches no se soportan. Son demasiado largas. Necesita que aparezca el día, ya. Aparecen los miedos. El día es el cero, el inicio; y la noche, como la muerte, es el final de la recta.
lunes, 26 de mayo de 2008
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